Cáncer de Vejiga
Células malignas
El cáncer de vejiga representa el 2% de todos los cánceres.
Entre los factores de riesgo implicados en la aparición del cáncer de vejiga destacan los siguientes:
- El consumo de tabaco que es el factor de riesgo individual más fuerte y la causa subyacente de al menos la mitad de todos los casos. Los carcinógenos del humo del tabaco se absorben desde los pulmones a la sangre. Los riñones filtran muchas de estas sustancias, incorporándolas a la orina para excretarlas. Los carcinógenos, concentrados en la orina, permanecen largo tiempo en contacto con la membrana mucosa que reviste la vejiga. Entre un cigarrillo y otro, un fumador realiza muchas inhalaciones de aire limpio que lava sus bronquios, por lo que el tabaco afecta al interior del pulmón sólo mientras dura el consumo del cigarrillo. En cambio, entre dos visitas al cuarto de baño para orinar, es posible que ese mismo fumador haya consumido dos o tres pitillos, al menos. Cuando vacía la vejiga de orina repleta de cancerígenos, no se llena con orina limpia, sino igualmente contaminada. Se calcula que la vejiga de un fumador de medio paquete de cigarrillos está en contacto con orina contaminada por carcinógenos el cien por cien del tiempo
- La exposición a determinadas sustancias industriales como disolventes y colorantes.
- Algunos trabajos que requieren la exposición o el contacto con determinadas sustancias o materiales como son los tintes y aceites industriales, la industria textil, cuero, caucho, pintores, industrias químicas y trabajadores del aluminio. Todos estos productos entran en el organismo por inhalación, al igual que el tabaco. El cumplimiento de las normas de seguridad en el trabajo en cuanto a ventilación, filtros y mascarillas elimina la mayor parte del riesgo.
- La esquistosomiasis, una infección (rarísima en Europa) producida por parásitos, produce una irritación crónica en la vejiga que puede originar un cáncer.
- Las infecciones urinarias repetidas producen una irritación de la pared de la vejiga que parece que puede ocasionar predisponer al cáncer, aunque esto no está completamente comprobado.
No existe una sintomatología específica en el cáncer de vejiga aunque la mayor parte de las veces se detecta por la presencia de sangre en la orina.
A veces la sangre no se ve en la orina pero se puede confirmar su presencia con un examen microscópico rutinario de orina.
Otras manifestaciones que pueden aparecer son:
Escozor o dolor durante la micción y la necesidad urgente y frecuente de orinar. Estos síntomas son muy parecidos a los de una simple infección de orina. Incluso pueden surgir juntas estas dos alteraciones, la infección y el cáncer. Se sospechará de cáncer de vejiga cuando no mejoren los síntomas de la infección de orina tras someterse a un tratamiento antibiótico.
También se pueden dar síntomas obstructivos que pueden llegar a la incapacidad de orinar o retención urinaria.
Para el diagnóstico se precisa de las siguientes pruebas:
La citología o examen microscópico de la orina puede detectar la presencia en ella de sangre y células anormales.
La ecografía abdominal permite valorar la presencia de un tumor en la vejiga, localizarlo, comprobar su tamaño y si existe obstrucción en la vejiga.
Una cistoscopia consiste en introducir un endoscopio (tubo con una lámpara eléctrica y un sistema óptico) en el interior de la vejiga, a través de la uretra, para visualizarla. Con esta prueba se visualiza directamente el tumor, su tamaño y situación. Se pueden tomar muestras del tejido de la vejiga distante al tumor, del tumor y de la orina para ver si contiene células cancerosas. Una vez, que se confirma el diagnóstico, tras la biopsia realizada por el patólogo, se puede extirpar el tumor a través del propio endoscopio, si no está demasiado desarrollado.
La tomografía computerizada (TAC o escáner) consiste en una emisión de rayos X desde distintas perspectivas y con la que se puede observar todo el cuerpo. Esta prueba es útil para comprobar la extensión del cáncer a otras zonas.
Existen cuatro tipos de tratamientos para el cáncer de vejiga que son: Cirugía: consiste en extraer, a partir de una intervención quirúrgica, el cáncer de la vejiga. Se pueden utilizar varios métodos:
Resección transuretral: se emplea un citoscopio insertado en la vejiga a través de la uretra. En el extremo irá incorporado un sistema que permita cortar el tumor y retirarlo. También puede llevar un sistema con electricidad de alta energía que queme el cáncer. Sólo se puede aplicar a tumores que no son demasiado grandes o profundos y que no están dispersos en varios focos por el interior de la vejiga. Su gran ventaja es que se mantiene la vejiga y se puede seguir orinando de la manera natural.
Cistectomía segmentada: se extrae la parte de la vejiga donde se encuentra el cáncer. Se utiliza cuando el cáncer se encuentra limitado a una zona de la vejiga, aunque no es un tipo de cirugía muy común.
Cistectomía radical: se extrae la vejiga y el tejido que la rodea. En mujeres se extirpa el útero, los ovarios, las trompas de Falopio, parte de la vagina y la uretra. En los hombres, la próstata y las glándulas que producen los fluidos que componen el semen y, a veces, se extirpa también la uretra. Los ganglios linfáticos pélvicos también pueden extirparse. Cuando se extirpa la vejiga hay que reconstruir el flujo de la orina de algún modo. La forma más simple y común de hacerlo es derivar los uréteres (los conductos que conducen de los riñones a la vejiga) a un orificio o urostomía practicado en la pared del abdomen. Algunas urostomías manan orina de forma continua, por lo que es necesario llevar una bolsa especial para recogerla. En otros casos, la urostomía es continente, lo que quiere decir que retiene la orina y el paciente ha de aprender a sondar el orificio varias veces al día para extraerla. En otras ocasiones, el urólogo trata de fabricar una vejiga nueva o neovejiga empleando parte del intestino. Así, se evita la urostomía y se sigue orinando por la vía natural. De todos modos, el funcionamiento de la neovejiga jamás es tan perfecto como el de la vejiga original.
Radioterapia: emplea radiaciones X de alta energía para destruir las células cancerosas. Se utiliza un aparato llamado acelerador lineal que envía los rayos sólo a la zona afectada. Se pueden emplear materiales que producen radiación a través de tubos plásticos delgados aplicados al área donde se encuentran las células cancerosas. En algunas ocasiones se usa como sustituto de la cirugía, para curar el cáncer sin extirpar la víscera; en otras, es un complemento a la operación para disminuir la posibilidad de recaer; por último, la radioterapia puede emplearse como tratamiento paliativo que mejore los síntomas de los casos incurables
Quimioterapia: consiste en el empleo de medicamentos para destruir las células cancerosas. Estos fármacos se administran por vía intravenosa en forma de goteros. La quimioterapia puede utilizarse después de la intervención quirúrgica para intentar eliminar los residuos microscópicos que pudieran haber quedado y, así, disminuir la probabilidad de recaídas.
Terapia intravesical: Se emplean dosis pequeñas de quimioterapia o de otros productos biológicos que se introducen en el interior de la vejiga mediante una sonda. Estas instilaciones se repiten varias veces después de las resecciones transuretrales para evitar las recaídas.
Más de un 70% de los tumores superficiales suelen dar recidivas locales en los cinco primeros años. Tan sólo hay un 20% de éstos que derivan a un cáncer invasor.
El pronóstico depende del estadio siendo peor en aquellos tumores en los que hay afectación ganglionar o metástasis a distancia. El índice de supervivencia a cinco años, en estos casos, oscila entre el 10-20%.