Cáncer de Piel
El más frecuente
Existen dos tipos: el tipo no melanoma y el melanoma
Cáncer de piel no melanoma
El carcinoma de células escamosas (o carcinoma epidermoide) se desarrolla en las capas intermedias de la epidermis y supone el 20% de todos los casos de cáncer de piel.
Aparece normalmente en áreas que han estado expuestas al sol, como la parte superior de la nariz, orejas, frente, labio inferior y dorso de las manos.
Puede darse también en aquellas zonas de la piel que hayan estado en contacto con productos químicos, que hayan sido sometidas a radioterapia, o que se hayan quemado. En el área genital, aparece con menor frecuencia.
Generalmente suele presentarse un abultamiento rojo y duro. A veces, puede tener un aspecto, escamoso, o sangrar y desarrollar una costra que nunca cura. A medida que aumenta de tamaño va teniendo forma nodular y, en ocasiones, presenta una superficie verrugosa. Al final, se convierte en una úlcera abierta y crece dentro del tejido subyacente.
A través del sistema linfático, puede extenderse a cualquier parte del cuerpo, aunque esto sucede muy pocas veces. Es un tumor con tendencia a crecer y a recaer en el mismo sitio, una vez extirpado. Pero no tiende a esparcirse.
El carcinoma de células basales es el tipo más común de cáncer de piel no melanoma. Alrededor del 75% de todos los tumores cancerosos de la piel son carcinomas de células basales.
Afecta a la capa inferior de la epidermis, formada por células basales. Y suele darse en aquellas zonas que han estado expuestas al sol, como la cabeza y el cuello.
Su crecimiento es lento y rara vez se extiende a otras partes del cuerpo por lo que es menos agresivo que el carcinoma de células escamosas. Aunque no por esto hay que dejar de tratarlo, ya que si no se hace, con el tiempo, se extenderá a los tejidos circundantes.
El aspecto que presenta es un pequeño abultamiento con una apariencia suave y brillante. Pero también puede tener forma de cicatriz, siendo firme al tacto. Generalmente se desarrolla de forma lenta aunque la velocidad varía de uno a otro.
No es infrecuente que vuelva a aparecer una vez que la persona ha sido tratada. Del 35% al 50% de las personas diagnosticadas, desarrollarán un nuevo cáncer de piel en un plazo de cinco años a partir del primer diagnóstico.
Otros tipos menos frecuentes:
Sarcoma de Kaposi: se origina en la dermis aunque también puede darse en los órganos internos.
El sarcoma de kaposis adopta dos formas:
Aquella que se suele desarrollar en las persona enfermas con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y en niños y jóvenes del África ecuatorial. Esta forma crece muy deprisa y suele afectar a los órganos internos.
Antes de la aparición de esta enfermedad, sólo la solían presentar ancianos de origen europeo mediterráneo. En estas personas crece de forma muy lenta sobre la piel y rara vez se propaga.
En los primeros el aspecto característico es una peca rosada, roja o púrpura de forma redondeada u ovalada, en cualquier parte del cuerpo aunque es más frecuente en la cara.
En los segundos, suele aparecer como una mancha de color violáceo o pardo oscuro en las piernas o en los dedos de los pies. Suele aumentar su profundidad ocasionando una úlcera sangrante. También puede diseminarse por la pierna.
Linfoma cutáneo, se produce cuando los linfocitos de la piel (células del sistema inmunológico o de defensa) se vuelven malignos. La dermis contiene un número considerable de linfocitos. El tipo más común de éstos, es el linfoma cutáneo de células T o micosis fungoide. Se desarrolla durante varios años, de forma muy lenta. En los estadios iniciales, se puede notar picor en la piel y presentar zonas oscuras y secas. Cuando la enfermedad se ha desarrollado se la denomina micosis fungoide.
Esta enfermedad puede extenderse a través de los vasos linfáticos a otros órganos como el pulmón, hígado, etc.
Cuanto más pronto se realice el diagnóstico, más posibilidades hay de curación.
Cáncer de piel melanoma
Esta enfermedad se desarrolla en los melanocitos, células de la piel que producen la melanina que le da color. Los melanocitos se encuentran en la epidermis, capa de la piel más externa.
El melanoma es el tipo de cáncer de piel menos común y más grave. Puede extenderse fácilmente a otras partes del cuerpo a través de la sangre o del sistema linfático. Si se diagnostica pronto, su pronóstico es mejor.
Se puede presentar a partir de lunares ya existentes, o como una formación nueva, pequeña y pigmentada, que aparece en una zona de la piel normal.
Habrá que consultar con el médico siempre que se note un cambio en el tamaño, forma o color de un lunar. O un lunar que está hinchado o que duele al tocarlo o que exuda o sangra.
Por lo general, en los hombres suele aparecer en el tronco y en las mujeres, es más frecuente en la parte inferior de las piernas. Estas personas suelen tener la piel clara. Puede aparecer en personas de piel más oscura, en zonas de las manos, planta de los pies, y debajo de las uñas. En algunos casos muy poco frecuentes, el melanoma puede aparecer en otros tejidos distintos de la piel, como el intestino o el interior del ojo.
El melanoma representa un 4% de todos los tipos de cáncer de piel. Pero, debido a su malignidad, es responsable de, aproximadamente, un 79% de las muertes por cáncer de piel.
El número de personas afectadas por este tipo de cáncer ha aumentado en los últimos años. En España se ha multiplicado por más de tres en varones y por algo más de dos en mujeres, en los últimos veinte años. En Estados Unidos, el número de casos se ha multiplicado por dos, desde 1973, y mueren aproximadamente unas 6.000 personas al año.
La causa que provoca este tipo de cáncer no es del todo conocida. Sí que se han estudiado determinados factores que influyen en su aparición.
Factores ambientales
La exposición excesiva al sol influye en la producción de estos cánceres. Personas que trabajan en el exterior, como agricultores y marineros, presentan una mayor incidencia. Se suelen producir en la piel expuesta, frecuentemente en cabeza y cuello.
Aunque la luz solar ayuda a sintetizar las vitaminas A y D, la exposición excesiva, produzca o no quemaduras, aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de piel, incluyendo el melanoma maligno.
Existe una correlación entre el riesgo de melanoma y la latitud. También influye el período de tiempo durante el que ha vivido una persona en países de latitudes ecuatorianas, lo que significa una exposición excesiva al sol mantenida durante un período de la vida.
No sólo influye la exposición prolongada sino que una exposición intensa al sol, puntual, durante unas vacaciones por ejemplo, constituye un factor de riesgo de melanoma.
Los melanomas difieren de los tumores malignos de la piel de tipo no melanoma con respecto al sexo, edad y localización corporal. La mayor parte de los melanomas malignos cutáneos no ocurren en zonas que reciben la dosis ultravioleta acumulada mayor.
Aunque no se conoce exactamente cuál es el esquema más peligroso de exposición al sol, algunos estudios apoyan la hipótesis de que la exposición intensa e intermitente a la radiación ultravioleta de la piel que se encuentra normalmente protegida es la responsable de la formación del melanoma.
La edad también parece influir y las quemaduras producidas por el sol antes de los 15 años aumentan el riesgo de melanoma al doble.
ENCUENTRO DIGITAL: Broncearse sin riesgo
Características físicas
Las personas de raza blanca de origen escocés, inglés o irlandés con el pelo rubio o rojizo, los ojos claros y abundantes pecas son especialmente susceptibles.
El melanoma es muy raro en la población negra u oriental siendo predominante, cuando se da, en zonas poco pigmentadas como las palmas y plantas y su pronóstico es peor.
La sensibilidad de la piel al sol y la dificultad para broncearse, aumenta el riesgo de melanoma.
La reacción cutánea a la luz solar se relaciona con factores como la pigmentación de la piel, el número de pecas en la infancia o edad adulta y el número de nevi (formaciones parecidas a lunares y que son tumores melanocíticos benignos), constituyendo todos ellos factores de riesgo para el melanoma maligno cutáneo.
La mayor incidencia de nevus en individuos de raza blanca conduce a la idea de que la radiación ultravioleta desarrolla un papel importante en el desarrollo de nevus. Se ha comprobado la existencia de mayor número de nevus en zonas de la piel expuestas al sol que en zonas protegidas, asociándose su aumento con una mayor propensión a quemarse que a broncearse, el número de quemaduras solares, la tendencia a las pecas y el estilo de vida relacionado con una mayor exposición solar. Una persona con piel sensible al sol, más de 150 nevus melanocíticos y algún nevus displásico (con aspecto microscópico similar a las células malignas del melanoma), podría presentar 50 veces más riesgo de melanoma que otra persona sin estas características.
Factores genéticos
El síndrome del epitelioma basocelular nevoide es un trastorno hereditario en el que los pacientes desarrollan un gran número de epiteliomas basocelulares desde la segunda década de la vida y que, finalmente, afectan a cualquier zona de la piel.
El xeroderma pigmentoso es un trastorno hereditario que se produce por una alteración en la reparación del ADN, se asocia también con la aparición de carcinomas cutáneos múltiples.
En el melanoma maligno cutáneo se ha descrito una predisposición familiar. El riesgo estimado de presentarlo es del 70% en pacientes con melanosis neurocutánea y distintos tipos de xeroderma pigmentosum, del 1% en hijos de pacientes con melanoma solitario no familiar y del 6% en familias con síndrome del nevus displásico e historia de dos o más melanomas malignos.
Inmunosupresión
Aquellas personas que han sido tratadas con medicinas que les deprimen su sistema inmunológico, tienen mayor predisposición a desarrollar un melanoma.
Sobreexposición a lámparas y cabinas bronceadoras
Las lámparas y cabinas bronceadoras son una fuente de radiación ultravioleta. Una exposición excesiva aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de piel.
Edad
Aproximadamente la mitad del número de casos de melanomas se presenta en personas mayores de 50 años
Otros factores
La exposición a carcinógenos, los traumatismos o cicatrices, las lesiones por radiación crónica y las infecciones virales, son algunos de los factores predisponentes al cáncer de piel.
SÍNTOMAS
El cáncer de piel no melanoma puede tener el aspecto de diversas marcas en la piel. En general, hay que consultar por cualquier mancha que crezca, cambie de forma o de color, sobre todo si se oscurece. También si se abulta, pica o sangra.
Los carcinomas de células basales aparecen en forma de áreas de color rojo, planas o escamosas, o de pequeñas áreas cerosas, brillantes y traslúcidas al relieve que pueden sangrar. Puede haber algún vaso sanguíneo irregular visible, o mostrar áreas de color azul, café o negro.
Los carcinomas de células escamosas pueden tener forma de protuberancias crecientes, de superficie áspera, o planos como manchas rojizas de la piel que crecen lentamente.
El melanoma puede aparecer como un cambio en aquellas manchas de la piel. Cualquier llaga, protuberancia, marca, etc. que sea sospechosa pudiera ser un melanoma. La piel puede volverse áspera o escamosa o puede sangrar o exudar.
Se puede dar un melanoma a partir de un lunar, que cambie de aspecto, o textura. Por lo general, un lunar es una mancha de color uniforme, de color café, canela o negro en la piel. Tienen menos de seis milímetros de diámetro y puede estar presente desde el nacimiento o puede aparecer en la infancia o juventud.
La mayoría de las personas tienen lunares que son benignos. Es importante reconocer sus cambios.
La regla del ABCD puede ayudar a reconocer las características de un melanoma:
Asimetría: la mitad del lunar no se corresponde con la otra mitad.
Bordes irregulares: los bordes del lunar son desiguales.
Color: el color del lunar no es uniforme, sus tonalidades varían desde un marrón a un rojo, o azul.
Diámetro: el lunar tiene más de 6 milímetros de ancho.
Aunque esta regla es útil para la mayoría de los melanomas, no todos se ajustan a estas características.
El médico se basará en los síntomas que presente la piel del paciente y la historia clínica.
Cuando se sospeche la existencia de alguna anomalía, se realizará una biopsia. Con la biopsia se analiza el tejido bajo el microscopio para examinar el tipo de células que presenta.
Dependiendo de donde se encuentre la alteración de la piel y del tipo que sea, así se realizará un tipo de biopsia u otro.
Biopsia por raspado: se insensibiliza la zona de piel a biopsiar con anestesia local y se raspan las capas superiores de la piel con una hoja de bisturí.
Biopsias incisionales y escisionales: se extrae una cuña de piel. Se realiza para tumores más profundos. Con la biopsia incisional sólo se extrae una parte del tumor para analizarlo. Con la biopsia excisional se extirpa todo el tumor. Si la extensión de la piel afectada es grande, se realizará una biopsia incisional, en un primer momento, para no deteriorar mucho la imagen de la persona.
Biopsia por aspiración con aguja fina: se utiliza una jeringuilla con una aguja fina para extraer pequeñas partículas del tumor. No se utiliza para el diagnóstico de un lunar sospechoso pero sí para biopsiar los ganglios linfáticos cercanos a un melanoma.
Cuando se sospecha que el estadio del cáncer es alto, se realizarán otras pruebas para el diagnóstico de la extensión como escáneres, análisis o pruebas de medicina nuclear…
Cáncer de piel no melanoma
La mayoría de los carcinomas de células basales y de células escamosas se curan mediante cirugía menor. Existen varios tipos de cirugía que se emplearán según sea la localización y el tipo de tumor.
Escisión simple: el tumor y una porción de tejido circundante se extirpan mediante bisturí. Luego se cosen los bordes.
Criocirugía: se utiliza nitrógeno líquido para congelar y así destruir las células malignas. En la actualidad sólo está indicada en las queratosis actínicas (lesiones precancerosas).
Cirugía de Mohs: este procedimiento quirúrgico utilizado para tratar el cáncer de piel no melanoma (sobre todo el cáncer basocelular de la cara) consiste en extraer capas individuales de tejido canceroso y examinarlas una por una bajo un microscopio para valorar si está suficientemente extirpada, tanto en superficie como en profundidad.
Cirugía por láser: se utilizan los rayos láser para vaporizar las células cancerosas. Esta técnica se emplea en el carcinoma de células basales muy superficiales y en el carcinoma de células escamosas in situ.
Cirugía de ganglios linfáticos: si los ganglios cercanos al cáncer están inflamados habrá que extirparlos mediante cirugía. Hoy día se emplea la técnica del ganglio centinela en muchos casos de melanoma.
Quimioterapia
Existen diversas formas de administración y numerosos tratamientos, cuyas formulaciones avanzan rápidamente a medida que la ciencia progresa.
Cuando se emplean de forma tópica, los fármacos llegan a las células más cercanas de la superficie de la piel por lo que este modo de empleo se utilizará sólo para las condiciones premalignas. Este tipo de medicamento enrojece la zona donde se aplica, y la hace más sensible al sol, por lo que habrá que protegerla durante unas semanas del sol.
Si el cáncer se encuentra en una etapa avanzada se empleará la quimioterapia sistémica, es decir, aquella que llega a todas las partes del organismo. Este último tipo (administrada sola o junto con la radioterapia) no puede curar un cáncer de la piel no melanoma que haya hecho metástasis.
Interferón
Mejora un tanto el pronóstico de los pacientes operados de melanoma, disminuyendo el riego de aparición de metástasis. Es un tratamiento inyectable. de duración en torno a un año y con un cierto número de efectos adversos, por lo que se suele reservar para los casos de melanoma de mayor riesgo, como aquellos más profundos o con afectación de los ganglios linfáticos.
Radioterapia
Consiste en el empleo de rayos de alta energía, como rayos X, para destruir o disminuir el número de células cancerosas. Es un tratamiento local. Se desarrolla a lo largo de unos días, y la paciente va de forma ambulatoria a la clínica o sala donde se realice la radioterapia; no tiene que estar ingresada para ello.
En sí, el tratamiento dura unos minutos. No es doloroso sino que es algo parecido a una radiografía sólo que la radiación es mayor y está concentrada en la zona afectada.
La radioterapia se utiliza en este tipo de cáncer en aquellos pacientes que no pueden someterse a cirugía por su estado general. En principio, las personas de edad muy avanzada pueden tener problemas para ser intervenidos quirúrgicamente. Así el segundo tratamiento de elección sería la radioterapia.
Este tratamiento puede curar aquellos tipos de cáncer que se encuentre en estadios bajos. También puede retrasar el crecimiento de aquellos tumores más avanzados.
La radioterapia también puede utilizarse como ayuda al tratamiento de cirugía. Tras ésta, y para asegurar que no se quede ninguna célula cancerosa, se somete al paciente a un tratamiento con radioterapia. También se puede utilizar para radiar las metástasis en otros órganos.
Carcinoma de células basales
Hoy día el tratamiento de elección de carcinoma de células basales es la terapia fotodinámica. Se trata de aplicar un producto tópico que actúa como fotosensibilizador (el ácido aminolevulínico). Este producto es captado de modo específico por las células tumorales en unas dos o tres horas. Tras este tiempo se somete al paciente a una luz láser especial. Las células tumorales sensibilizadas por el ácido son destruidas cuando se someten a ocho minutos de láser. Este procedimiento se debe repetir aproximadamente al mes.
Tras este tratamiento el carcinoma de células basales (carcinoma basocelular) se cura en más del 95% de los casos sin dejar cicatriz.
La técnica que mayor índice de curación presenta para estos tumores es la cirugía de Mohs que resulta beneficiosa para los que se presentan en orejas, ojos, nariz, frente, cuero cabelludo, dedos y área genital. Esta cirugía se emplea para el tratamiento de tumores de gran tamaño, tumores localizados en determinadas áreas críticas y tumores que han reaparecido después de otros tratamientos.
Carcinoma de células escamosas
La escisión es la técnica que se suele emplear en este tipo de tumores; no obstante, cuando son muy superficiales, también se ha demostrado la efectividad de la terapia fotodinámica.
Para los tumores que se han extendido a otras zonas, tanto en los carcinomas basales como en los carcinomas de células escamosas, se empleará los tratamientos mencionados anteriormente a modo general.
Cáncer de piel melanoma
Los estadios localizados del melanoma tienen unas posibilidades elevadas de ser curados con cirugía. El empleo de ésta para los diseminados se utilizará con intención paliativa, es decir, para disminuir los síntomas.
Cirugía
La lesión primaria debe ser extirpada, incluyendo piel, tejido celular subcutáneo y aponeurosis. Como para realizar el diagnóstico se habrá realizado una biopsia escisional, deberá cortarse por la cicatriz con un margen amplio, entre dos y tres centímetros.
Para los melanomas menores de 0,76 mm., será suficiente extirpar un margen de 1 cm.
Cuando hay ganglios afectados, deberán ser extirpados. Esto se realizará cuando se evidencie una inflamación de los ganglios.
Biopsia de ganglios centinelas: esta técnica se encuentra en estudio y puede realizarse o no según el criterio médico. Consiste en averiguar qué ganglio es el que se drena fluido linfático a la zona del melanoma y analizarlo. Para ello lo que se hace es inyectar una sustancia, coloreada o con un componente radioactivo, en la zona del melanoma. Al cabo de un tiempo, se podrá observar coloreado o con el compuesto radioactivo aquel ganglio que haya absorbido la sustancia y que será el que pueda contener mayor número de células cancerosas, si el cáncer se ha extendido. Cuando se ha localizado el ganglio, se toma una muestra y se analiza al microscopio. Si presenta células cancerosas, se extirpará. También se extirparán los ganglios linfáticos restantes de esa zona.
Si se ha evidenciado la existencia de metástasis en otros órganos, puede realizarse una cirugía aunque no tenga como objetivo la curación. A veces la extirpación de metástasis en otros órganos, aumenta el tiempo de vida del paciente o, por lo menos, mejora los síntomas que éste presenta.
Quimioterapia
La quimioterapia sistémica se emplea como tratamiento paliativo de los síntomas.
Se utiliza después del tratamiento de cirugía en algunas metástasis dérmicas, cerebrales, intestinales u óseas.
El tratamiento con un solo fármaco o con combinación de ellos es poco eficaz y las tasas de respuesta no superan el 30%. El tiempo de curación es poco. Aún así se siguen realizando investigaciones combinando varios fármacos.
Los medicamentos que se utilizan con más frecuencia son la dacarbacina (DTIC), la carmustina (BCNU), el taxol, el platino, la vinblastina y la vincristina.
Se pueden emplear distintas combinaciones de medicamentos, recientemente se han descrito resultados alentadores con la asociación de DTIC, platino, BCNU y tamoxifeno
Algunas combinaciones de quimioterápicos se pueden asociar a medicamentos de inmunoterapia como son el interferón, la interleukina-2 y los anticuerpos monoclonales.